Bienvenido a La Carretera Expedientada

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un saludo, Félix Olivera

sábado, 1 de diciembre de 2012

Primeros relatos


Relatos escritos antes de los 17 años por: 
 Félix Manuel Olivera González, Librilla 2.013



La isla fantasma, escrito a los 13 o 14 años y luego editado. 

Dedicado a mi colega de toda la vida Pascual. A, al que no sé por qué le encanta; pero ahí queda.

-Abuelo Thomas, cuéntame otra vez la historia de cómo perdiste el brazo.-

-Pero ya la has escuchado mil veces Calico Jack.-

-Venga abuelo, no seas cascarrabias.-

-Está bien, todo comienza en un lugar del Océano Índico…-

Almirante Thomas: ¿Capitán Gutiérrez queda mucho?

-¡Más de lo que creía!-me respondió.

Gutiérrez: Avisa a la tripulación. En los próximos días sólo tomaremos pan seco, se avecinan malos tiempos.

A. Thomas: ¡Piratas, debéis aguantar un poco más, ya casi no nos quedan víveres...!
Después del discurso, me retiré y los demás piratas se reunieron y discutieron entre ellos.

Pirata1: Propongo que tomemos el control del barco, el almirante Thomas nos lleva a un lugar que desconocemos y la comida ya escasea.

Pirata2: Y además, ¿por qué cargamos con tanto café en la bodega? El lugar que ocupa es el que debería haber correspondido a la comida que ahora falta.

Pirata3: ¡Tienes razón! ¿para qué tanto café?, ¡deshagámonos de ese maldito café!

Pirata4: No creo que sea una buena idea, el almirante nos prometió tesoros increíbles si encontrábamos la isla.

Pirata5: ¡Que isla!, ¿de qué estás hablando?, llevamos dos meses navegando a la deriva y ni rastro de esa apestosa isla.

Pirata4: A pesar de todo, os pido una última oportunidad para el almirante.
Más tarde, el vigía situado en lo alto del mástil avistó tierra y todos los marineros gritaron eufóricos, sin embargo, cuando los piratas intentaron ver la isla no encontraron nada, ni siquiera vieron un mísero trozo de tierra en el lejano horizonte.

El almirante Thomas gritó furioso: ¡Pirata!, ¿dónde dices que has visto tierra?

Marinero6: ¡A más de 6 kilómetros de aquí almirante, y por cierto, la isla parece ser enorme!
Más tarde, el capitán Gutiérrez maldijo enfadado: ¡Quién ha probado mi valioso café!
Pero nadie le contestó...

Gutierrez: ¡Como no lo digáis, jamás os diré donde se encuentra el tesoro!
En ese momento, el pirata de lo alto del mástil le contó que lo había probado porque estaba muerto de hambre. Después, el capitán aclaró a todos los piratas que iba a ser necesario que tomasen el café para ver la isla. Los piratas burlándose de él dijeron que eso era imposible, que si la isla solo podía verse con el café no podrían acceder a ella, ya que caerían al agua al tratar de alcanzarla. Sin embargo, Gutiérrez les dijo que la isla no se trataba de una fantasía alucinógena, sino de una realidad, y que el mismo podía demostrar su existencia.
Al cabo de una hora, el capitán ofreció a sus piratas el café y cuando lo hubieron tomado, pudieron verla por fin.
La isla estaba cubierta de ríos, cataratas que desembocaban en el océano y también abundaban exuberantes selvas repletas de aves exóticas. Los piratas la observaron boquiabiertos pero Gutiérrez no se sorprendió nada, ya la había visto años atrás cuando aún era un pequeño grumete.

Gutierrez: ¡Piratas, os tengo que contar algo importante antes de desembarcar! Mientras duren los efectos del café podéis permanecer en la isla, pero cuando estos se acaben y para entonces no la hayáis abandonado, desapareceréis eternamente con ella. ¡Así que ya es la hora, comencemos la búsqueda!

Gutierrez: Almirante Thomas acérquese, tengo algo que contarle en privado.

Thomas: Si mi capitán.

Gutierrez: Según unos manuscritos que conservo desde pequeño, el tesoro permanece escondido en un templo perteneciente a una antigua civilización, los Rhuapeu, éste se encuentra en lo alto de la montaña Shark-Ar. Dile a la tripulación que el mayor alijo del tesoro será para el primero que lo encuentre. Toma estos mapas en los que se señala su localización.

Thomas: Sí mi capitán así haré, ¡piratas, el capitán me ha dicho que la mayor parte del tesoro será para…!
Cuando llegamos a la isla cazamos un par de jabalíes y pudimos comer a gusto después de tantos días. La subida a la cumbre de la montaña fue agotadora, algunos piratas se rindieron a mitad de camino, otros desaparecieron misteriosamente, incluido el capitán Gutiérrez.
Yo llegué de los primeros a la entrada del templo y esperé a los demás piratas que fueron llegando poco a poco. Una vez allí, me di cuenta de que parte de la tripulación había desaparecido.

El templo tenía la estructura de una pirámide azteca y con los años había sido consumido por la vegetación, una puerta con complicadas inscripciones sellaba la entrada. Los piratas que me acompañaban se detuvieron frente a la entrada y juntos buscamos un gran tronco de madera, que luego usamos para derribar la gran puerta.
Desde la entrada, el interior se divisaba muy oscuro, por lo que encendimos las antorchas y nos adentramos sigilosamente en la galería muy distanciados unos de otros; debido a las ganas de cada uno de nosotros por ser el primero en hacerse con el tesoro.
Dos de ellos que iban adelantados corrían a toda velocidad por los oscuros corredores sin advertir la presencia de trampas. Mientras corrían, pisaron una losa que activó la caída de dos grandes mazas cubiertas de dientes de tiburón, que en unas milésimas de segundo provocaron las dos primeras muertes.
Algunos piratas llegaron juntos a una sala en la que según el mapa de Gutiérrez debería encontrarse parte del tesoro. De pronto, las puertas de piedra maciza de la sala crujieron y se cerraron. Una gran multitud de humanoides empezó a caer del techo sobre ellos, eran muertos vivientes y no dudaron en arrancar trozos de carne a los atemorizados piratas; en cuestión de segundos la sala entera se llenó de sangre y coágulos.
Varios supervivientes del inesperado ataque alumbraron el techo con sus antorchas, y se dieron cuenta de que los humanoides habían sido ensartados con anterioridad por pinchos-trampa. Fue en ese instante, cuando descubrieron que no había escapatoria alguna. Finalmente el techo se movió y los aplastó.

Mientras, yo caminaba por otro corredor y logré escuchar lo gritos desesperados de mi tripulación. Me había perdido y la antorcha se me apagaba lentamente. Seguí caminando, y sin darme cuenta, activé una trampa de pinchos que me atrapó el brazo contra la pared del corredor, después, alcancé a escuchar unas risas que procedían del exterior del templo.
A la salida, el Capitán Gutiérrez y el resto de la tripulación se reían a carcajadas burlándose de mi y de los que como yo caímos en su trampa. Gutiérrez nos había engañado con mapas falsos y había provocado la presencia de los nativos mediante un extraño ritual que recordaba de una de las enseñanzas de Barbarroja.

Thomas le gritó a Gutiérrez: ¡Perro bastardo, solo deseo que no vivas el tiempo suficiente para disfrutar del tesoro! En ese mismo momento, los gritos de euforia del Capitán Gutiérrez y del resto de los piratas que tenían el tesoro dejaron de escucharse.

Entonces, tuve que cortarme el antebrazo para escapar de la trampa y una vez fuera del templo, encontré los cofres repletos de joyas sin que hubiera nadie custodiándolos. Así, que los cargué en el barco trabajosamente y me marché de la isla.

-¡Otra vez abuelo, cuéntala otra vez…!-
-Ya es suficiente por hoy grumete, ¡a la cama!-


FIN






Poema escrito con todas las preposiciones en 4ºB para un trabajo de literatura en la E.S.O


 A mi loco amor

A ti, que estás ante todo en  mi corazón te ofrezco mi más sincero amor, bajo los insultos de quienes no ven con buenos ojos nuestra relación ahora y contra ellos te ofrezco mi más sincero amor.
De entre las sombras surgiste, desde el mismísimo infierno viniste a ofrecerte a mí, en el país de las ascuas y entre las almas pecadoras dirigiste hacia mí el beso que curó mi deseo de loco amor, hasta que con el segundo pude despedirme de ti para llevarme el recuerdo de tu boca en mi mente.
Cuando te dejé aquella noche, sin mas inicié el camino a casa me senté en el banco de la entrada y según avanzaba la noche sobre la ventana de mi habitación se posó un pájaro que despertó al día. Tras la caída de la Luna te amé y durante el avance del Sol contigo soñé.
Al transcurrir los años mi loco amor no cesó mediante el dulce beso que un día tu boca me regaló. 

fin





Cuento escrito a los 15 años para literatura en 4ºB de la E.S.O; imagino que en tiempos navideños porque no lo recuerdo. (Editado y nuevo final)  

·Alguno me dirá que soy o fui religioso por escribir algo así y sinceramente no me importa. Para gustos colores.

"Cloe el jóven pastor"
 
Hace mucho, muchísimo tiempo, en el lejano Oriente vivía un pequeño pastor llamado Cloe.
Cloe poseía un pequeño rebaño de ovejas y cabras que llevaba a los pastos más verdes para que se alimentara en condiciones.
Pese a que Cloe era muy pobre vivía feliz, pues a él le encantaban los animales y siempre estaba rodeado de ellos.
A Cloe también le gustaba mucho la música. Él se sentía muy bien cuando tocaba su pequeño tambor; este instrumento en manos de Cloe sonaba como los Ángeles, cuando tocaba este instrumento era como si se detuviese el tiempo y todos los seres que estaban cerca de él quedaban maravillados al escuchar su magnífico ritmo celestial.
Una mañana mientras Cloe conducía su rebaño hacia nuevas tierras se topó con unos extraños Reyes montados sobre camellos que iban acompañados de sus fieles pajes.
Cuando Cloe los perdió de vista decidió comenzar su largo y sacrificado camino. 
Mientras caminaba por aquellos valles olvidados de la mano del hombre, Cloe fue recogiendo algunos de los objetos que le pertenecían a aquellos misteriosos Reyes y que seguramente olvidaron en su largo camino desde sus tierras de orígen. 
Entre estos objetos se encontraba un antiguo mapa de la zona en cuyo centro se situaba la pequeña y humilde aldea de Belén.
Cloe nunca había estado en Belén y como poseía el mapa del lugar donde se encontraba el pueblo, decidió emprender su búsqueda para más tarde entregar los objetos a sus correspondientes amos si es que éstos se dirigían, en realidad, a Belén.
Entonces, Cloe siguió un antiguo y sinuoso camino que según el mapa llevaba a la aldea de Belén; más tarde bajó por un valle angosto, perdido y cubierto de nieve. 
Como el muchacho ya estaba muy cerca de Belén le invadió una inmensa alegría, sacó de la mochila su preciado tambor y comenzó a tocarlo con todas sus fuerzas.
Cuando Cloe llegó por fin a Belén se extrañó mucho pues no vió a nadie paseando por la calle. Mientras alzaba la vista para ver si conseguía divisar a alguien su rebaño comenzó a dispersarse; ovejas y cabras corrían en todas direcciones. 
Cuando Cloe se giró y vió lo que sucedía intentó hacer que sus ovejas y cabras volvieran con él, pero al no conseguirlo fue corriendo tras ellas hasta que finalmente las encontró una por una, y todas estaban arrodilladas frente a un viejo pesebre y no sólo sus animales estaban allí; un gran número de pastores y gentes humildes. Pero destacando sobre todos estaban los Tres Reyes Magos; Melchor, Gaspar y Baltasar. 
Cuando Cloe los vió fue corriendo mejor dicho volando a ofrecerle los objetos que éstos habían perdido en su largo y agotador viaje. Los Reyes Magos le dieron las gracias a Cloe por devolverles sus objetos, aunque ellos no necesitaron el mapa perdido porque siguieron a una hermosa Estrella Fugaz para llegar a ese humilde pesebre de Belén.
Como el joven Cloe creía haber cumplido su misión decidió marcharse de allí con su rebaño olvidado, que estaba furioso con él.
Cuando Cloe se hubo alejado varios metros de la zona dos innanes Angelitos se le acercaron y le dijeron con cánticos.
-Cloe te damos las gracias por haber encontrado los preciados regalos de los Reyes Magos de Oriente para que ellos se los ofrecieran al único y verdadero Mesías que al fin ha nacido y se llama Jesús. 
Se trata de aquel que dictaban las profecías de Abraham, Jacob y es descendiente directo del Rey David. Aquel que fue acunado y criado con las enseñanzas de un Rey justo llamado Salomón.
-¡¡¡Cómo!!! ¡¿Qué por fin ha nacido el esperado mesías?! ¡¡¡Ahora mismo vuelvo a la cuadra a ofrecerle la música de mi tambor y mi alegría!!!-

Y el niño Jesús al escuchar el magnífico redoble del tambor de Cloe el pastorcillo acabó para siempre con todas las desgracias y sufrimientos del mundo. En los proféticos redobles estaba el tortuoso sonido de los clavos y la sangre. La eternidad de la Cruz Romana, el odio infundado de sus torturadores y la salvación humana en el Reino de los Cielos.

Fin




 

J.R Big Bang, escrito a los 17 años para literatura en bachillerato.


Esta es la historia de un hombre que no fue capaz de cambiar su propio destino, ni siquiera teniendo ese poder.

Los extraterrestres o habitantes del espacio como se les quiera llamar, llegaron a la tierra en el año dos mil cien. Procedían probablemente del punto más distante del universo y ocuparon los continentes más extensos del planeta, Asia y África. La humanidad quedó relegada al resto de los continentes. Unos y otros eran intrépidos y guerreros, los humanos vivían agrupados en tribus y se hacían la guerra con mucha frecuencia. Pero los extraterrestres no solo se ocuparon de la guerra, éstos se dedicaron también a la ganadería y a la agricultura.

Al sur de la península ibérica, en la antigua Región de Murcia, concretamente en el pueblo de Librilla, se practicaba con éxito el comercio con los extraterrestres. Y fue en ese momento de esplendor del pueblo librillano, cuando se consiguió comprar a los extraterrestres la máquina del tiempo.
En el consejo del pueblo se decidió utilizar una máquina del tiempo para viajar al pasado y erradicar la invasión. Los máximos representantes del consejo eligieron a un joven matemático, J.R. Martínez, capaz de poner en marcha el moderno artefacto. Después de muchos años de investigación, el ya no tan joven matemático la puso en funcionamiento y entonces avisó al consejo.
Éste había planeado darle otro uso a la máquina y J.R. Martínez, convencido de que esa no era la solución al conflicto, se introdujo en ella con una partida de valientes mercenarios a los que había contratado previamente y viajó en el tiempo, concretamente a finales de ese siglo.
Cuando el matemático llego a esa época, avisó al mundo de la amenaza extraterrestre, nadie le creyó porque fue tomado por loco y acabó encerrado en un psiquiátrico. Pero sus compañeros mercenarios, que mientras tanto habían permanecido en la sombra, consiguieron sacarlo de allí, decidiendo más tarde pasar al plan B, que consistía en esperar a que aparecieran los extraterrestres, para destruirlos en el momento en que descendieran por la atmósfera terrestre.
El matemático esperó junto al grupo unos años, pero los extraterrestres no aparecieron. Poco después decidieron rehacer sus vidas en esa época y olvidar el asunto de los extraterrestres. Los mercenarios se marcharon y J.R conoció a una chica de la que se enamoró. Salieron juntos durante un tiempo y finalmente se casaron. Al año siguiente, recibió un premio por su aportación a las matemáticas, gracias a los avanzados conocimientos que poseía de la materia.
Entonces, cuando todo parecía ir bien, aparecieron los extraterrestres, la humanidad se asustó al ver tal suceso, sin embargo al matemático no le sorprendió encontrarse con ellos, así que se marchó con su mujer a la máquina del tiempo. Con las armas del futuro, J.R atacó a las naves extraterrestres con toda su furia, consiguiendo el solo destruir unas cuantas, las naves no tuvieron tiempo de reaccionar y sus pilotos asustados se encaminaron a la nave nodriza.
Así, en el último instante, activó la máquina, le dijo a su mujer que permaneciera en ella y disparando con el láser de ésta, hizo estallar a la nave nodriza en mil pedazos.
Los restos cayeron a la tierra destruyendo algunas zonas del norte de Europa y Groenlandia. Poco después J.R y su esposa se encontraban viajando dentro de la máquina hasta el futuro. Una vez que llegaron a la época del matemático, descubrieron que los extraterrestres nunca habían aparecido y que el mundo vivía en paz.

Pero antes de destruir la máquina del tiempo para evitar que alguien se introdujera en ella y cambiara el pasado, el matrimonio deseaba hacer un último viaje en el tiempo y ver con sus propios ojos que existía antes del origen del universo, antes del famoso big bang; y así hicieron y cuando hubieron llegado, encontraron a los extraterrestres, que andaban buscando la forma de regresar a la tierra y acabar con la especie humana. De modo que los extraterrestres mataron al matemático y se apoderaron de la máquina del tiempo. Su mujer escapó y consiguió robar una de sus naves para vagar eternamente por la nada.

FIN




El amuleto, el reloj y yo,  escrito a los 15 años, editado y corregido con un nuevo final por: Félix Manuel Olivera González, Librilla 2.013

En la cama yo estaba leyendo un libro hace doce o trece días, y en pleno mes de Julio cuando un extraño ruido me llamó la atención, bueno no, varios ruidos que me molestaron en mi sagrado tiempo de lectura. Entonces, yo me dirigí  a la ventana del cuarto, asomé la cabeza y contemplé admirado un nido de gaviotas con crías pequeñas graznando y revoloteando en su pequeño espacio para moverse. Observé con detenimiento la elaboración de dicho nido y comprobé que había sido hecho con multitud de objetos inservibles tales como plásticos, trozos de tela desteñidos, palos entrelazados y un largo etc...
Pero lo que más llamó mi atención entre aquellas cosas fue un enorme medallón con una hermosa gema  de color rojo que llamaba mucho la atención, y cuando la sostuve entre mis dedos corroboré que pesaba poco y que debía poseer un gran valor. En seguida, arranqué  la gema del medallón y la introduje en mi bolsillo. Luego, me encaminé al salón decidido a mostrásela  a  mi madre, que era dueña de una joyería, se la mostré y a continuación me hizo una serie de preguntas que acabaron al tiempo que me lo arrebataba de la mano sin un por qué explicable, y me quedé atónito.
Pasó el tiempo de este modo, ya se acercaba el fin del verano y me asomé de nuevo por la ventana a observar el nido, pero todo permanecía sin variaciones hasta que di con un viejo reloj usado. Lo saqué de allí y lo dejé en mi bolsillo solo que esta vez no iba a senseñárselo a mi madre. Entonces, se lo mostré a mi padre. Que también estuvo haciendome preguntas y me lo arrebató finalmente.
Yo estaba muy cabreado con mis padres por quitarme aquellos objetos sin ninguna razón. El interés que mostraron por ellos era desmedido.
A los dos días de marcharnos de la casa de alquiler de la playa las cosas fueron a peor en nuestra casa ya que mis padres no paraban de atosigarme para que les encontrase más objetos. Llegué a la conclusión de que las cosas que habían traido las gaviotas estaban malditas y habían embrujado a mis padres con el veneno de la codicia.
Al día siguiente me asomé por la ventana de mi dormitorio y vi horrorizado que aquel misterioso nido me había seguido desde la casa de la playa, y temblé horrorizado. Sin decir nada a nadie y con sigilo me encaminé a la cocina, cogí una bolsa de basura e introduje el nido en ella y fui directo al contenedor de basura que había al final de mi calle.
De pronto, pasó una motocicleta a mi lado, me aparté con premura y la bolsa rodó por el suelo desperdigando restos del nido en todas direcciones. Entre los restos brillaba con intensidad un anillo de oro engarzado con tres zafiros enormes. Posteriormente, lo miré durante unos breves instantes con detenimiento, aparté de él mi mirada, lo arrojé a la bolsa de basura y la cerré por las asas.
Y acabé con estas palabras; la codicia es un demonio difícil de acallar cuando solo se escucha las voces ajenas.
A partir de ahora prestaré más atención a lo que hago y desconfiaré de los resultados fáciles.
El demonio resopló, volaría a otros nidos familiares y atraería toda su atención. Los adultos lo olvidarían inmersos en las banalidades de la vida, ese niño nunca. Por que luego lo escribió en un relato que ha llegado así hasta nuestros días aunque con unas leves variantes hechas por formalidad narrativa y ciertos gajes que uno adquiere con los años. Está contento por no haber dejado de escribir desde aquellos remotos días del "pasado" verano de Mazarrón. Allá en 2.002.

Fin

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