Bienvenido a La Carretera Expedientada

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un saludo, Félix Olivera

viernes, 15 de febrero de 2013

Refranes, cosas tradicionales y no tanto que me contaron...



 REFRANES, TRADICIONES, ADIVINANZAS Y CANCIONES POPULARES

por: Félix Manuel Olivera González

<<Si la Candelaria flora; el invierno ya está fuera. Y si no flora; ni dentro ni fuera.>>


<<Febrerico el corto; un día peor que el otro.>>


<<Marzo rabotero; unos días hace bueno y otros hace malo.>>


<<En Marzo busca la sombra el perro.>>


<<¿Cuánto valen diez pimientos valiendo un real el ciento?>>
...




<<Tiritinga, tiritinga,
               No vayas por agua al río...
             Que detrás de una peña...
                Hay un Gallego escondío.>>






Para criar pollos pequeños, tiene gracia XD

<<Darle un grano de trigo al día a un pollito recién nacido evitará que se muera de inanición en sus primeros días de vida cuando pierde los nutrientes que le aportaba la yema del huevo.
Lo dejo como curiosidad ya que esta tradición es centenaria, pasó de padres a hijos; al menos eso me dijo el que me lo contó.>>

<<Hasta el más tonto sabe hacer relojes.>> 

<<Buenos días si la sartén chirría.>>

<<Todo lo que sale por Televisión es Mentira.>>

 <<Septiembre es el mes de los membrillos.>>

 Imagen posteada

lunes, 11 de febrero de 2013

Jack
Black Bahuer coge el testigo

escrito por Félix Manuel Olivera González, Librilla; 11/02/2013





Ante Jack se extendía un mar rojo e infinito como el universo, un mar de sangre que sabía con certeza que tenía que cruzar para alcanzar su destino.
El mar del Anticosmos parecía salido del sueño que podía haber tenido, si pudiese, una hecatombe nuclear y era de un color rojo explosivo.
Ahí afuera había otras aves voraces y carroñeras mucho más poderosas que él intentando darle caza y se trataba de los tenaces reflejos de Matacuervo.
Ya habían transcurrido unas horas después de que Jack le hubiese atravesado el tórax a aquel Cuervo gigante con la Lanza del Destino, y de haber hecho temblar los cimientos de la Ciudad de los Espejos hasta que esta quedara completamente sumergida.
Luego, Jack Black Bahuer contempló a Ángela con atención a través del fragmentado Orbe Espejo de las ruinas de Sanctórum y comprendió al instante que ella iba en su busca para matarle subida a lomos de otro Cuervo y precedida en el vuelo de otro idéntico.

Sin embargo, la huida que iba a emprender no iba a ser fácil, Jack necesitaba un barco para poder huir de la playa eterna y no había nada que pudiera considerarse flotante a kilómetros de ese triste lugar.
Jack intentó recordar todo lo que había pasado, no obstante no estaba seguro de nada, sólo tenía el presente golpeándole con fuerza en las narices y creyó de forma inocente que siempre había sido así. Pero todo tiene un comienzo, o al menos eso nos hacen creer desde que nacemos los hombres y así Jack lo terminó por creer.

Todo trata de eso al final de todas las cosas, de la fe que se ponga en ellas, y Jack acabó derrotado por el camino de sus pies sedientos de travesía.
El viaje hasta llegar allí había sido una pesadilla. Después de pensar en ello se sentó a la orilla del mar al que nombró “Ancho mar del cosmos” y por primera vez en su vida pensó en terminar con ella.
Quiso dar comienzo al auténtico final de su existencia. Pero la forma de hacerlo le asustaba, sumergirse entero en el agua e intentar dejar de respirar mientras tus músculos desean lo contrario es una tarea colosal, y también pensó otras formas que no contaré ahora porque Jack se encaminó hacia el mar barrido por otro pensamiento.
Luego, se quitó la ropa desgastada del viaje y se bañó en las aguas de color granate que a saber por qué razón habían acabado de esa tonalidad.
Sus pies se hundieron en el fango de la orilla y multitud de pececillos con bigotes ondulantes comenzaron a comerle a bocados las pieles muertas de los pies.
Jack los llamó Lincerillos porque parecían linces con cola de pez, y estos eran tan diminutos como el dedo índice de un hombre adulto.
Sin previo aviso, algo provocó una sacudida en el agua a pocos metros de él que sobresaltó a los Lincerillos, que a su vez huyeron despavoridos hacia las rojas profundidades en las que habían sido creados por algún dios.
Jack vio lo que parecía ser la cola verde y escamosa de una criatura grande ondulando la superficie del mar, y no se movió del sitio esperando a que lo que fuera se alejara.
Sin embargo, ese ser misterioso no lo hizo porque poco después hubo otra sacudida más cerca de él, y a Jack se le ocurrió que la idea del suicidio había sido una estupidez ya que el monstruo que se movía a su alrededor iba a facilitarle el trabajo.
La Lanza del Destino estaba tirada en la arena de la orilla y Jack no tenía forma alguna de acceder a ella para lograr defenderse del monstruo.
Así que Jack comenzó a dar saltos salpicando agua con los brazos y las piernas en todas direcciones para poder alejar a la bestia.
De pronto, Jack escuchó un zumbido en el aire parecido al que hace una abeja al volar y sintió una picadura de insecto en el pescuezo, luego se tocó la hinchazón con la mano y vio con sorpresa un rastro de sangre cubriendo la palma de su mano.
Tras él había un ser semejante a un cocodrilo bípedo de ojos fieros y amarillentos que había fallado en la primera mordedura. Apenas logró rozar a  Jack.
En ese momento, la bestia se preparaba para dar la segunda dentellada cuando Jack cayó en la cuenta de que su destino no era morir todavía, había descubierto que aún quedaba vida en esa tierra y que quizás no fuese el último ser humano de ese mundo peligroso.
De modo que Jack se giró hacia el cocodrilo con aplomo, lo miró fijamente a los ojos y dijo una palabra que ahora más que nunca le devolvió el sentido a la historia del Nigromante.

Jack Black Bahuer dijo:
Anticosmos

Y el pensamiento se dirigió hacia la bestia como una flecha mortífera que le traspasó el cerebro de animal salvaje.
Jack no comprendía lo que había dicho pero quedó conforme con el resultado. Entonces, el cocodrilo se puso a cuatro patas como una alimaña cualquiera.
Sus ojos olvidaron la amenazante mirada que lanzaban segundos atrás y se tornaron húmedos y amigables.
Luego, el cocodrilo giró la enorme mandíbula cubierta de escamas octogonales en un extraño gesto que parecía un saludo y le invitó a subirse sobre él, a lo que Jack accedió sin demora y sonrió feliz. Jack parecía contento a lomos de esa criatura y ya podía cruzar el ancho mar del cosmos.
Poco después, Jack se paró un momento a pensar abstraído por una idea repentina, y le ordenó al cocodrilo que se detuviese.
Por un momento, Jack se había olvidado de la importancia de la Lanza del Destino, así que volvieron a la playa y Jack la recogió del suelo con cuidado.
La criatura reptiliana le esperaba encogida en la orilla y las espumosas olas se mecían entre las escamas desgastadas de sus firmes patas.
A su vez, el viento mecía las olas de un mundo que era reflejo triste y olvidado de días pasados, quizás mejores.
Jack sostuvo la Lanza del Destino entre sus dedos con fuerza y notó que ésta apenas pesaba en ellos. Era tan liviana como una hoja amarillenta que surca el viento otoñal.
Luego, la alzó al cielo con gravedad contrayendo los músculos del brazo y gritó enfurecido cual bestia poseído por el coraje del Rey Arturo y los valientes caballeros quijotescos de toda buena narrativa épica.
Después, su gesto grave se tornó perplejo cuando contempló una luz que iba iluminando la oscuridad de las aguas del mar de la eternidad.
Entonces, Jack la siguió decidido y viajaron toda la noche sin descanso tras su reflejo aunque el joven escritor echó de menos algo que poder llevarse a la boca.
Jack desconocía la cantidad de horas que llevaba sin probar bocado y su tripa gruñía enfadada con insistencia.
Sin embargo, el cocodrilo ya había atrapado varios peces con sus mandíbulas y no le ofreció ninguno a Jack. En el fondo la bestia seguía siendo eso, tan egoísta y vil como cualquier otro ser incivilizado.
Sin esperarlo, llegó el amanecer que hizo desaparecer las sombras y volvió innecesaria la hermosa luz del faro de la eternidad.
El sol volvió a brillar en el cielo con la majestuosidad de un dios inmortal para sustento de los mortales.
A partir de aquí Jack se extravió en su viaje y ya no sabía a dónde dirigirse ni qué hacer. Estaba completamente perdido en la duda y la desesperación.
El sol continuaba brillando en el cielo y unas pocas nubes lo cubrían cada pocos minutos dejando un rastro de sombras intermitentes sobre las aguas y el cuadro lejano de la realidad.
Las nubes siempre cambiantes pacían como ovejas en el éter como símbolo de la eternidad. Toda metáfora válida es una nube del cielo. Las nubes…
Pero el mar eterno del Anticosmos había cambiado su tonalidad rojiza y poco a poco se había tornado de un color azul turquesa y transparente.
Jack meditó en silencio durante varias horas antes de hablar.
-Te voy a llamar Deynonichus, porque cuando era pequeño amaba y conocía a todos los dinosaurios, y en especial a los carnívoros. Esos reptiles terribles que los“Antiguos” llamaban dragones escupe fuegos. Fuente de mis primeras discrepancias creacionistas en oposición a las bíblicas y que después armaría en pensamiento de nihilista metafísico muy poco conformista.
Deynonichus está bien.-concluyó Jack con el acierto de
un iluminado filósofo de la Academia de Grecia.
La bestia asintió feliz aunque ese momento agradable y efímero se interrumpió cuando vieron acercarse una barcaza mal construida en la que viajaba alguien envuelto en las sombras. El pelo greñoso del viajero se movía al ritmo del viento y de las nubes.
Cuando al fin estuvo junto a Jack vio que se trataba de un guerrero curtido y de semblante duro cual roca que afrenta las aguas en el acantilado más escarpado que haya oteado arriesgado viajero.
-Saludos joven, vengo navegando de los mares del interior para hacerte entrega de esta importante caja.
Un anciano farero me la entregó para ti, y perdóname por no haberme presentado antes como es debido. Mi nombre es Azrael y algunos dicen también que soy "El sabio".-explicó.
-¿Y por qué razón iba a aceptarla? Lo único que quiero es volver a mi casa de Lie Twon.
No pretendo nada más. Estoy harto de esta historia y me arrepiento de todo lo que ha sucedido.
Quiero volver a casa por encima de todas las cosas aunque sea por el camino de las baldosas amarillas.-le dijo Jack con desesperación.
-Pues muchacho, puede que la respuesta que necesitas para volver a tu pueblo esté guardada a recaudo en el interior de esta caja de incalculable valor.-le dijo Azrael ofreciéndosela con el gesto reiterativo de su mano callosa y repleta de cicatrices de guerra.
-No lo creo posible, pero dámela.
¡Qué demonios! ¡¿Es que hay algo normal en estas tierras?! ¡Si hasta los mares cambian del rojo al azul turquesa sin motivo alguno!-exclamó Jack, que la observó con detenimiento y la abrió con lentitud al tiempo que miraba a Azrael esperando una inminente detonación que los hiciera saltar en pedazos.
De pronto, Jack empezó a notarse mareado al tiempo que infinidad de palabras le atravesaban el cerebro y sentía que le iba a estallar la cabeza. Finalmente, Jack soltó La Caja que cayó al suelo a favor de la ley gravitatoria y ésta se rompió en infinitos fragmentos. La misma creación de la caja siempre sería un misterio.
La realidad de Jack comenzaba a distorsionarse y el joven se desvaneció de la conciencia despierta para viajar a merced de luces parpadeantes y blanquecinas.
Mientras viajaba en aquella espiral de vueltas y más vueltas Jack vio junto a él a un hombre impío transformase en lechuga, pero en el mundo abstracto lejos del soñado Azrael lo sujetó para que no cayese desmayado al agua cuando ésta misma comenzó a burbujear y las placas tectónicas del mundo profundo temblaron. Los rifts submarinos bailaron al ritmo de "Looking for Freedom".
Algo monstruoso emergió de las aguas sin más. Algo que era digno de infinitos arquitectos de la locura.
Conforme iba saliendo a flote podía intuirse una enorme ciudad construida como un laberinto.
Entonces, Jack sintió que las palabras que había depositado en su mente a lo largo de toda su vida creaban una ciudad repleta de infinitos recovecos, de calles desiertas por las que habitaban dolorosos recuerdos de amigos, mujeres, familiares y muerte, y que La Dama inmortal estaba esperándole sentada en un trono invisible ubicado en el centro del laberinto para sofocar ese dolor y sufrimiento eterno. Percibió a duras penas el retorno a la madre y su eterna leche primogenia resbaló por las comisuras de sus labios.
Entonces, Azrael golpeó a Jack en la cara hasta que recuperó el conocimiento, luego el muchacho se despertó muy aturdido y miró a su alrededor con los ojos blancos y desorbitados.
-¡Mira allá!-le dijo Azrael señalando el horizonte y las lejanas y tímidas nubes del sur.
Dos aves negras y enormes avanzaban hacia allí a toda velocidad batiendo la oscuridad de sus alas y dejando atrás la malicia de un animal odiado por siglos y asociado a la muerte por tantos escritores malditos.


-¡Tenemos que escondernos, presiento que vienen por nosotros!-le gritó Azrael a Jack, que todavía parecía no haber vuelto de un viaje de alucinaciones causado por drogas opiáceas.
Sin más demora, Azrael lo sujetó y lo arrastró hacia su barca pero Deynonichus, el infatigable cocodrilo domado, bramó e intentó derribar a Azrael y éste no tuvo otra opción que coger la Lanza del Destino y amenazar a Deynonichus que se sumergió asustado agitando su cola de saurio.
Entonces, Azrael cargó a Jack en sus hombros, se acercó a la Ciudad Laberinto y arrojó al muchacho al suelo frente a la entrada. Allí, una antigua puerta de madera labrada por un artista y con infinitos símbolos arcanos les cerraba el paso.
-¡Vamos, ábrela!-le instó Azrael a Jack con desesperación. El guerrero estaba muy nervioso por la situación.
-¡¿Qué?!-le contestó un Jack más recuperado de su viaje hipnótico. (En ese lugar, Jack había contemplado al hombre lechuga y su redención con una dama blanca que se transformó en garza y que se marchó dando por finalizado su oscuro corazón.)
-¡Tú sabes cómo abrirla!
¡Yo vi como esa mole orgánica y sin forma salía de tu mente! ¡Joder, yo lo vi! ¡Mierda, ya están aquí! ¡A cubierto Jack!-exclamó Azrael aterrado pero manteniendo el tipo, mientras que se preparaba mentalmente para batallar.
De pronto, uno de los Cuervos se abalanzó con sus garras abiertas contra Jack que cayó al suelo soltando sangre por la boca y el otro Cuervo alcanzó la Lanza del Destino que permanecía oculta en la barca.
Luego, se la pasó con el pico a La Dama y ésta se la lanzó finalmente a Jack para matarlo de una vez por todas.
Mientras que sucedía todo esto Azrael continuaba aporreando con rabia la puerta de la Ciudad Laberinto y la Lanza del Destino surcaba el aire cortándolo a la velocidad del mismísimo rayo del Señor del Olimpo.
Ángela aún tenía el brazo adelantado por el esfuerzo del lanzamiento y el rostro de una loca recién sacada de un hospital mental.
En otro plano Teresa continuaba escribiendo en su libreta pese a los golpes reiterados en la puerta de su dormitorio. No se inmutaba por nada ni nadie y su mente permanecía imperturbable para el mundo exterior.
Como por un extraño e inesperado giro del destino Azrael se giró sobre sí mismo, vio venir la lanza y empujó a Jack a un lado, pero éste resbaló por el estrés de la situación y fue empalado justo por el tórax contra la puerta arcana en lugar de Jack Black Bahuer. Con lo que Azrael volvió a morir.
Cuando Teresa vio como una lanza goteando sangre humeante atravesaba la puerta de su dormitorio decidió soltar la estilográfica y contempló aquello horrorizada.
En ese momento, Jack estaba indefenso ante la ferocidad de los Cuervos, y el odio infinito de Ángela le atravesó el alma como un puñal envenenado.
-Eres escurridizo, maldito Jack.-le sonrió La Dama con ironía.- Pero tu tiempo en estos mares infinitos ha concluido para mi dicha.-
-¿Cómo has dado conmigo? ¿Eres en verdad una clase de clarividente? O simplemente una zorra que no descansará hasta verme muerto.-le preguntó un Jack enfurecido y desafiante.
-No olvides que por ser La Dama tengo ciertos contactos para averiguar cuanto desee, y ahora prepárate para morir. ¡¡¡Nigromante del Anticosmos!!!-
-¡Mi nombre es Jack! ¡¡¡¡ZORRA INFERNAL!!!!-le gritó enfurecido, mientras se incorporaba del suelo con gesto amenazante.
-Muy bien.-sentenció Ángela.
-¡Tú lo has querido Jack Black Bahuer de Lie Twon!-
La Dama sacó con frialdad la Lanza del Destino de las entrañas de Azrael, se la clavó a Jack en la pierna a la altura del muslo y el joven cayó doblegado al suelo, que lanzó un grito de intenso dolor. La sangre brotaba de su carne lacerada como un grifo abierto.
Entonces, los Cuervos lo sujetaron por las extremidades con sus patas y lo inmovilizaron en el aire como a un crucificado.
En esos oscuros momentos, Jack estaba muy malherido y la esperanza se había disipado de su mente por completo. Jack estaba contemplando la muerte.
-¿Unas últimas palabras, Jack?-le preguntó La Dama con una sucia sonrisa en la cara. En seguida, La Dama gimió calladamente a causa de un placer interno que estaba a punto de estallar.
Se sentía más loca que nunca y no le importaba lo más mínimo.
-Por supuesto... ¡¡¡D-E-Y-N-O-N-I-C-H-U-S!!!-exclamó Jack con la voz salida de sus entrañas, y luego cerró los ojos abatido por el sufrimiento.
En ese instante, el cocodrilo marino al que Jack había nombrado Deynonichus se alzó con majestuosidad de las aguas abriendo las fauces y asustando a los Cuervos que huyeron despavoridos a la seguridad de las corrientes de aire.
En seguida, La Dama se giró y contempló su propia muerte, sus ojos inyectados en sangre hablaban de mundos infernales a los que ahora iba a hacer una visita obligada; su placer se tornó tortura y dolor inmediato. Todo fue tan breve como el recuerdo de un gélido día de invierno.
De una feroz dentellada Deynonichus le arrancó la cabeza a La Dama y el cuerpo decapitado de ésta se cayó hacia atrás rodando por el ascenso pedregoso hasta sumergirse en las profundidades marinas donde serviría de alimento a los voraces y hambrientos Lincerillos.
Las plumas negras que se habían desprendido del traje de La Dama aún se mecían en el aire cuando ella ya viajaba al inframundo. La Dama murió de forma definitiva, se terminó para siempre y su final fue deshonroso. Finiquitó su existencia dejando vacío el trono invisible de la Ciudad Laberinto y el dolor eterno salido de la mente de Jack Black Bahuer.
De pronto y casi por arte de prestidigitador se abrió la puerta de la Ciudad Laberinto y el brazo enclenque de una joven agarró a Jack tirando con fuerza y arrastrándolo con ella. Seguidamente, la joven cerró la puerta con un portazo estruendoso que sonaba a madera vieja y carcomida. Después se hizo el silencio sepulcral.
El pobre Deynonichus soltó un alarido envuelto en pena, ahora vagaría solitario y buscaría mejor fortuna en los mares perdidos del eterno Anticosmos, puede incluso que una buena hembra le calmase la pena y la separación de Jack no fuese tan terrible.
Los Cuervos que se habían alejado volando tras la disputa junto a la puerta del laberinto llegaron al faro perdido del viejo solitario que decía ser la sabiduría, y que aparentemente no tenía rostro.
Al final, el anciano del torreón de la eternidad les abrió la puerta y pasaron al confortable interior con él.
Allí, el rostro desdibujado del viejo comenzaba a tomar forma en presencia de los Cuervos y estos se arrodillaron ante él con sumisión. En realidad se trataba del Rey del mal y el verdadero origen de esta historia.
Era Danke; y el tóxico verdor de sus ojos centelleó cuando recordó a Mike hundiéndoselos con los pulgares en otro plano de la pasada existencia. Antes del hundimiento de La Ciudad de los Espejos.
Con la calma que precede a la tempestad Teresa contempló atónita a Jack. Su compañero del taller de lectura en Lie Twon parecía cambiado, estaba malherido en una pierna, ensangrentado y por todo ello le tenía cierto miedo.
Jack tomó aire, cerró los ojos y luego miró fijamente a Teresa. Luego, Jack abrió la boca todavía jadeante y le dijo con enojo estas palabras.
-¡¡¿¿Puede saberse qué cojones has estado escribiendo todo este tiempo??!! ¡¡TERESA!!-
Y Teresa muy indignada le mostró una pequeña libreta naranja, al parecer, bastante común en todas las papelerías de Lie Town.
Sin embargo, ante los ojos perplejos de Jack apareció un ridículo poemario y algunos relatos de quinceañera desbocada y con cierta tendencia a lo barroco. Nada digno de reseña alguna.
El muchacho continuó con los ojos abiertos de par en par al contemplar con ellos que los hechos acaecidos nada tenían que ver con lo que Teresa había venido escribiendo todo el tiempo.
Jack lo comprendió y se quedó callado durante unos minutos. Luego, le arrebató la estilográfica a Teresa y comenzó a escribir en la libreta su propia historia.
Como Mike dijera con anterioridad en aquella conversación con la otra Teresa en la playa del Anticosmos y sin plena certeza.

“Puede que esta historia sólo tenga que ver con lo que ocurre alrededor del Nigromante del Anticosmos.”
De modo que las primeras letras que Jack escribió fueron que Azrael el sabio volviese a la vida para ayudarles a deshacer el entuerto que se había formado.
Y por arte de su estilográfica Azrael volvió a resucitar para la historia.
De modo que el guerrero de las leyendas abrió los ojos de par en par, después la puerta de la Ciudad Laberinto que llevaba al dormitorio de Teresa, tras esto introdujo la Lanza del Destino en la habitación y finalmente atravesó con fuerza el pecho de Jack Black Bahuer ante la cara desencajada de Teresa que lanzó al aire un alarido de terror intenso y que en pocos segundos fue ahogado por la mirada demente que ahora se dirigía hacia ella. El tiempo se congeló por el clima aterido del momento y el destino de la caja se estaba cumpliendo paso a paso.


Aclaración del autor

Estimado lector:

Ese que acabáis de leer fue el final del Testamento del Cuervo que escribió Jack Black Bahuer. El final en esta historia para Jack y escrito por Jack.
En ese instante, sólo quedaba viva Teresa, la última escritora de esta historia y la joven nunca olvidaría ese horrible momento de indefensión en su habitación.
El lejano Anticosmos ya estaba más cerca que nunca para ella y sus ojos se giraron nerviosos hacia la espada resplandeciente y mágica de Roxwell, un arma que era capaz de doblegar las mentes débiles.
Le tocaba a ella escribir el último capítulo del Testamento del Cuervo. Al que en su mente ya había titulado sin saberlo.



Volverás al libro…





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