El Bosque de los Suicidios
Jaro, las Ondinas y las ratas seguidas por la serpiente buena de la ciénaga llegaron a un lugar cubierto de niebla.
Cuando de pronto, se sintieron congelados ante el dantesco espectáculo que contemplaron delante de sus narices. Hasta aquel lugar habían llegado miles de hombres y mujeres desesperados por causas diferentes, pero el primer hombre que alcanzaron les contó que había llegado frente al abismo porque las personas que vivían junto a él lo habían abandonado y dejado solo , y lo habían cambiado por otro que había suplantado su identidad y había intentado que se alejara de sus propiedades si no se sometía a sus oscuros designios, algo a lo que se había negado y esto lo había llevado hasta el borde de aquel precipicio.
Pero Jaro le convenció de que no se suicidara y también le dijo que ningún imbécil merece ser escuchado si a lo que te arrastra es a la muerte. Y cuando dijo estas palabras las tormentas oscuras que cubrían la cabeza del desconocido se desvanecieron sin dejar rastro. Tras esto el hombre lloró todo el dolor que sus antiguos conocidos le provocaron y finalmente recuperó su vida.
Éste decidió que le esperaba una nueva vida alejado de toda la mierda apestosa de toda esa calaña que lo único que quería y deseaba era que estuviese muerto en el mejor de los casos. Tras despertar de su letargo, el hombre soñó un nuevo futuro, una nueva vida, contempló a sus hijos y los vio crecer fuertes y con salud, vio a una hermosa mujer que sería para siempre la mujer de su vida y la que le acompañaría hasta la muerte, y al final se marchó de allí para lograr su añorado sueño.
Pero Jaro y sus amigos vieron que no podrían hacer nada por los otros miles de personas y siguieron avanzando en su camino.
De entre todos los hombres unos se arrojaban, otros seguían dubitativos y otros permanecían con la mirada perdida frente al abismo. Jaro reconoció que le habían arrebatado el alma a todas estas personas y que tendría que hacer algo por ayudarlos.
Cuando de pronto descubrió una antigua fortaleza oculta entre los árboles y la espesa niebla. La serpiente buena tenía la cara ensombrecida tras atravesar el bosque de los suicidios al igual que las ratas y las ondinas.
Jaro y sus amigos llegaron a la conclusión de que lo que ocurría en ese Castillo podría tener que ver con los suicidios misteriosos de aquellos hombres y mujeres inocentes, hombres que habían perdido toda la esperanza.
Un fuerte maleficio había sido propagado y nacía con forma de niebla extendiéndose desde el castillo hasta el bosque al que Jaro había nombrado como el Bosque de los suicidios. El grupo estaba aterrado junto a la entrada de aquel Castillo pues no imaginaban lo que su interior albergaba. Pero aún así decidieron entrar y golpearon la enorme puerta de la entrada con gran sonoridad. Se escucharon pasos y la enorme puerta de madera se entreabrió dejando ver a la hechicera