El Castillo Infinito
El don de Marcos
capítulo 3
Por Félix Manuel Olivera, 19/12/2.013
Marcos despertó de un largo sueño tenebroso. Luego, se desprendió de las sábanas y encendió la luz de la mesita de noche. Posteriormente, se miró las manos arrugadas y los surcos zigzagueantes de las venas que regaban sus manos.
Ese día el anciano cumplía ochenta y siete años. Se sentía débil y cansado. Sus movimientos eran torpes y repetía con frecuencia la misma frase: -Nadie te advirtió de la vejez, sus cambios y la soledad, y sin embargo te advirtieron de que disfrutases de una juventud en la que conociste las mismas causas. Nadie te advirtió de que uno está destinado, si no muere, a ser el mismo. Tú, Marcos, no naciste para disfrutar, y sin embargo nunca perdiste la esperanza. Aquel día en aquella biblioteca conociste a un hombre que cambiaría tu vida, aún oigo en la memoria los salvajes relinchos de Sombra de Ébano; el caballo de Las Mil y una Noches que leí. Se acerca el final y el castillo aún no está...
De pronto, Marcos se detuvo en seco, parecían cascos, y sintió un profundo escalofrío. Ese mundo había cambiado demasiado, ya no había gente en las calles. De alguna manera todos se odiaban, y justo antes de darme la vuelta y cerrar la puerta de la calle lo vi, y fue como el despertar del sueño de esa mañana.
-Hola Marcos.-le saludó el Rey Desterrado. -Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.-
-Sin embargo tú sigues igual. Parece que los años sólo me trataron mal a mí.-le dijo Marcos.
-No es cierto Marcos, el Castillo Infinito ha sido terminado.-le dijo sonriente el Rey Desterrado. Se acabó el trabajo. Ahora reino con justicia y paz. Tienes que venir conmigo, ya que bebiendo de una de mis fuentes recuperarás la juventud.-concluyó.
-¿Eres uno de ellos, verdad? Y el semblante del Rey Desterrado se tornó serio. En realidad se trataba de uno de los hechiceros oscuros.
-¿Dónde se escondió?-
-Ojalá lo supiera. Mira, dejadme en paz. Ya soy un pobre anciano.
Entonces, el hechicero se alejó enfadado y se perdió de su vista para siempre.
Poco tiempo después, Marcos se dirigió al cuarto de baño, se rapó la blanca melena y mostró ante el espejo el plano para finalizar el Castillo Infinito. El corazón de la creatividad estaba a salvo, por lo tanto, los plazos también. El que ha creado algo alguna vez puede volver a hacerlo. Así, que Marcos soñó que era joven y que ayudaba al Rey Desterrado, y dio gracias al cielo por concederle tal don, a él, un simple mortal capaz de comprender que con generosidad, paciencia y honestidad se acaba con cualquier mal del pasado.
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