El duende de los calcetines sucios
por: Félix Manuel Olivera González, Librilla, 02/01/2.013
Prólogo
Hubo una vez un pequeño y viejo bosque perdido que albergaba algunas leyendas dignas de relatarse, que de otra manera, permanecerían por siempre olvidadas.
En ese bosque inmemorial vivía un duendecillo de cien años vestido con un traje verde, una capucha de color amarillo y una camisa también verde que se abrochaba con un botón enorme de madera de sauce. En vez de pantalones llevaba un calcetín sucio con dos agujeros para las piernas peludas.
Su vieja morada era el hueco de un olmo anciano en el que a lo largo de los años había ido acumulando toda clase de calcetines malolientes.
Pom, que era como se llamaba el enanito, robaba los calcetines con nocturnidad y alevosía, y viajaba a lomos de un enorme caracol serrano hasta llegar al pueblo humano.
Una vez allí, mientras que los humanos dormían Pom cometía sus fechorías.
Después, Pom se marchaba a la taberna, saltaba al barril de la cerveza, se daba unos buenos largos y acababa borracho a los pies del barril con las mejillas y la enorme narizota roja como una manzana.
Luego, tambaleándose cogía el saco de los calcetines y se encaminaba al caracol. Solo que ese día el caracol se había marchado a otro lugar. Pom estaba muy enfadado pero si hubiese sabido la verdad no lo hubiese hecho, pues su pobre bestia de carga daba vueltas y más vueltas en un caldero con agua y tomillo que poco a poco comenzaba a hervir.
Sin poder volver a su casa, completamente borracho y sin un caracol al que recurrir para volver a la comodidad de su olmo seco y atestado de calcetines, Pom emprendió la primera de sus grandes aventuras por las que siempre sería recordado. El enano de los calcetines guardaba un oscuro y siniestro secreto.
Un malvado y sanguinario hechicero lo perseguía por ello.
Continuará...