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jueves, 23 de enero de 2014

El Castillo Infinito, A salvo, capítulo 5

A salvo
 por Félix Olivera González, Librilla 23/01/2.014

Capítulo 5

-¿Estamos a salvo?-preguntó Marcos, con el corazón a punto de salírsele del pecho.
-Sí.-le respondió Era con contundencia. -Sobrevivimos a ese mundo que querían dejarnos los Hechiceros Oscuros. Pero en el último momento llegó la esperanza, y todo esto no hubiese sido posible sin la ayuda de Sombra de Ébano.-concluyó.
Entonces, Sombra de Ébano relinchó y zarandeó las crines de lado a lado. El caballo parecía feliz tras haberles salvado de una muerte segura.
-¿Dónde lo encontraste?-le preguntó Marcos al Rey Desterrado, al tiempo que miraba admirado al caballo.
-Él vino a mí hace muchos años, y desde entonces no se ha separado ni un sólo día de mi lado.-dijo el Rey Desterrado. Es un animal fiel e inteligente.
Al fin llegó el momento de abandonar la oscuridad.-dijo Era, al tiempo que encendía una antorcha que portaba en su bolso con el mechero que Marcos llevaba guardado en su bolsillo.
-He pasado miedo de verdad, por un momento creí que no lo conseguiríamos.-dijo Marcos, todavía pálido del susto que se había llevado.
-Estuvieron cerca esta vez, pero creo que se acabó lo peor. Ellos se dieron cuenta demasiado tarde de que no todo en este mundo depende del poder, la fuerza y la destrucción para controlarlo.-explicó Era. -La fe de los buenos actos es la única que perdura.-
-¿Volverán?-le preguntó Marcos a Era con ingenuidad, con miedo a un ciclo eterno de maldad no interrumpida.
-Quizá otros, otras caras aparecerán cuando hayamos logrado olvidarnos de que existen, porque existieron. En otro tiempo.-dijo, y resopló aliviada para continuar. -Nos salvó la imaginación. Creé con mi magia una ilusión que los entretuvo para que nosotros pudiésemos escapar al interior de esta cueva oculta antes de que cambiásemos de ciclo anual. Pero el Castillo o lo que quede de él sigue en pie.-concluyó Era.
-Qué alivio.-le contestó el Rey Desterrado respirando tranquilo.
-Por eso creo que lo más sensato sería volver a Ciudad Fronteriza y conseguir información para luego poder contar con la ayuda de los supervivientes de la milicia desertora.-dijo Era. Si es que éstos se ofrecen a ayudarnos en algo, claro.-
 -Buena idea.-habló Marcos. -En un principio es allí adonde íbamos con la idea de rescatarte.-
-En marcha pues.-finalizó el Rey Desterrado, y Sombra de Ébano parecía tranquilo y feliz tras muchos años desde que aconteciera la maldición.
Poco tiempo después salieron de la gruta, Era se deshizo de la antorcha y contemplaron con asombro los restos del Castillo Ifinito. Los destructores habían huido y los Hechiceros Oscuros se habían marchado sin dejar rastro.
Entonces, la muchacha les contó la verdad. Que en realidad ella no era Era sino su hermana gemela y que había conseguido escapar de la ciudad ocultándose en las afueras y los páramos.
El Rey Desterrado y Marcos se miraron unos breves instantes con desconfianza y finalmente el Rey accedió a que la joven formara parte del grupo.
-¿Y entonces cuál es tu verdadero nombre?-le preguntó Marcos intrigado.
-Dafne.-dijo la muchacha sonriendo.
-Bonito nombre.-concluyó el Rey Desterrado. -Espero que no traiga problemas como el famoso mito griego.-
-No creo que más de los ya existentes. En estos momentos la vida de mi hermana corre peligro y ella podría ayudarte a concluir tu Castillo, Rey Desterrado. Hace algunos años que estudió arquitectura y está considerada como una artista de primer nivel. Ella podría elaborarte un plano para acabarlo.-dijo Dafne.
-Intuyo nuevos y más peligrosos problemas.-le contestó el Rey Desterrado con el semblante serio a la bella Dafne.
-Que resolveremos.-sentenció Marcos en una breve interrupción, a la vez que señalaba su cabeza pensante con el dedo. Y Sombra de Ébano relinchó.
El caballo ya nunca volvió a sentirse inquieto, después de todo aquello, el mundo se sentía un lugar un poco más seguro. Renacido tras una larga lucha en desventaja para los más débiles.

-¿Comemos algo?-preguntó Marcos, al tiempo que le rugían las tripas. -¡Mira Dafne, un enanito!-
-Soy Pom, el duende de los calcetines sucios, niño ignorante.-le dijo el enano, que iba a lomos de un nuevo caracol con un nuevo cargamento de calcetines apestosos.

Pero lejos de allí, algo se revolvía inquieto oculto en las catacumbas del palacio de Ciudad Fronteriza, que ya no era humano. 
De pronto, la losa de un sarcófago real se deslizó chirriando a un lado y un antiguo Rey Olvidado se alzó de entre los muertos para reclamar el trono del Castillo Infinito.

...y Marcos cerró el libro por esa página. Nunca le había pasado algo igual. Nunca se había visto tan absorbido por una historia. Miró a su alrededor y la biblioteca parecía un almacén de trastos inútiles. También surcó por su mente el recuerdo de haber sido viejo, de haber protegido algo valioso por mucho tiempo. ¡Ah sí! ¡Ya lo recordaba! ¡El Castillo Infinito!...y abrió el libro de nuevo sintiendo el reconfortante tacto de la página de papel y el abandonarse a la lectura tanto, que ya no sabía diferenciarla de su realidad.


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