La Bella y el Cuervo
Escrito por F.M.Olivera Librilla 15/04/2.014
El acto de un sólo hombre(afirmó) pesa más que los nueve cielos concéntricos y trasoñar que puede perderse y volver es una aparatosa frivolidad.
Jorge Luis Borges
Pasaron los días y el Rey Cuervo se hartó de esperar sentado en el trono del Castillo Infinito.
Recordó que unos años atrás una hechicera al ver que era noble y de buen corazón lo había convertido en un horrible Cuervo de aspecto humano y lo había congelado en esa apariencia para que cuando regresara de sus viajes, y muy egoístamente, volverlo humano para seguir aprovechándose de él.
Entonces, apareció una muchacha en el Castillo que el Rey Cuervo no reconoció. Traía consigo La Flor Estrellada y se la ofreció a cambio de que cesara esa guerra estúpida con el Rey Desterrado y de que curara al joven Marcos que estaba muy enfermo.
El Rey Cuervo se negó y La Flor Estrellada comenzó a marchitarse ante su atónita mirada. Así, que muy enfurecido se la arrebató a la muchacha y la introdujo en una urna para impedir que nadie la tocara. De modo que, cerró todas las puertas con su magia y encerró a la muchacha en un calabozo. Desde afuera el Rey Desterrado trató de entrar pero fue en vano, y Marcos parecía cada vez peor.
Transcurrieron los días y el Castillo Infinito se fue llenando de fantasmas que eran los antiguos moradores y los antepasados del Rey Desterrado.
Éstos le aconsejaban diariamente que liberase a la muchacha pero el Rey Cuervo todavía más enfurecido se negaba con rotundidad.
Hasta que un día la muchacha logró escapar de su celda pero tras cruzar una puerta se perdió en un laberinto circular donde cayó exhausta tras casi perecer del agotamiento mental y en el último momento apareció el Rey Cuervo que la salvó de allí y esa noche la invitó a cenar, y a partir de aquel día las cosas fueron yendo mucho mejor, ambos se habían tomado cariño pero La Flor Estrellada continuaba marchitándose.
Una noche los fantasmas organizaron un baile y todos se vistieron con sus mejores galas, y en mitad del baile el Rey Cuervo besó a Dafne.
Más tarde, ella lloró y le imploró que la liberase, y el Rey Cuervo así lo hizo, en seguida cayó el último pétalo de La Flor Estrellada y el Rey Cuervo murió con una sonrisa en los labios.
Por fin sabía lo que era amar a una mujer y el hechizo que congelaba su corazón se rompió liberando al Castillo Infinito de su maldición.
Entonces, se alejaron las tormentas que circundaban el Castillo y una lluvia de oro limpió todos sus males. En ese instante, Marcos abrió los ojos y dejó de sangrar por la nariz. El Rey Desterrado sonrió y lo llamó <<hijo mío>>. Después, apareció Era y le entregó los planos para terminar el Castillo. Sombra de Ébano relinchó feliz. Por poco tiempo. Apareció la hechicera aunque ya estaban prevenidos. El caballo se enfrentó y la mantuvo alejada por un tiempo. Traía consigo otra Flor Estrellada. El caballo se la comió y se volvió áureo y su luz borró la grave sonrisa de la hechicera. Dafne abrazó a su amado. Lloró. Volvió a besarle y el Rey Cuervo se transformó en humano y en mejor persona de lo que nunca antes había sido. Sombra de Oro le dio una coz a la hechicera y ésta se cayó al laberinto circular donde se perdió para siempre.
-Me llamo Matacuervo, querida Dafne. Me convirtieron en una bestia tras encerrarme en la eterna oscuridad del Anticosmos. Gracias por ayudarnos. Te amo.-
Se abrazaron. Dafne y Matacuervo. Felices para siempre. Fin. Tuvieron un hijo y lo llamaron Marcos.
Protagonista del Castillo Dorado. Y Nunca más DESTERRADO. Calor de hembra y paz. Madre de Matacuervo feliz y sonriente en el Cielo. Su hijo abandona la oscuridad y entra en la pacífica luz de la redención tras recorrer un largo y tortuoso camino para convertirse en un hombre encontrado.
Primavera...y fuego interior exhalado. La vida sigue. El Rey Desterrado tiene los planos para acabar su Castillo Infinito. Le tiemblan las piernas del agotamiento tras tantos días en los caminos su alma comienza a oler la mortalidad y con ello es patente su felicidad en el Castillo de La Flor Estrellada y las aguas del río purpúreo son de álgido color de oro. SOÑADO. SUS AMIGOS. ESTÁN. CON. ÉL. No intentes rebasar los límites nunca más. Y termina el cuento pues...¿cómo iba a amar a un engendro? No sabéis lo que os perdisteis. La magia de Ítaca se vislumbra al fondo. Más cerca. Al frente. Estar de vuelta y ser al fin feliz comiéndome una perdiz y dejar ir al ser esquivo, raro y tenaz, de cuyo potencial es culpable y a la vez genial. De un pasado que no volverá. De un presente con cosas que decir y espantar el mal de ojo, el odio, la crítica, el insulto, la vejación, el orden escrupuloso, la esclavitud del dinero y el aprendizaje sin descanso. Recordar la paradoja de la liebre y la tortuga, el infinito, el castillo del Rey Desterrado, los anagramas, los acertijos, las venganzas y sus perdones mejor olvidarlas, mejor la paz a la inquietud, no mentir para vivir o huir o ver para creer con la experiencia para crecer cuando la velocidad es la lentitud. Porque escribir es narrar y tu silencio lo mejor. Significa madurar, desarrollarse en todos los aspectos y haciendo bien en tener madera para quemar y tiempo para hacerla arder. Y AMOR que lo es todo para conquistar lo imposible y verdad con la que aferrarse ante la muerte. Reconocer los placeres como algo necesario, la lectura por ejemplo para desconectar y reír sin insistir tratando de alcanzar la cosa en sí. La voluntad de vivir siempre en Ítaca sin tener que afirmar que todo fue el sueño que provoca el dolor de haber amado.
¿...No es así? ¿Rey Desterrado?
Bonita historia Marcos. Me recuerda a la Bella y la Bestia, pero por favor, no me llames más así y sigamos con nuestro camino.
El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Jorge Luis Borges. Ruinas Circulares.