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lunes, 5 de agosto de 2013

El ansiado fin del reinado de Slabb, El Nigromante del Anticosmos

Escrito por: Félix Manuel Olivera González-Librilla-05/08/2013

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El ansiado fin del reinado de Slabb



Las alas de Freguel aparecieron primero y su majestuosidad catapultó mis recuerdos. Yo había regresado por fin del hastío de la prisión que construyeron para mí. Nunca fui un hombre perverso y menos malvado aunque; ¡Por todos los dioses! ¡Así lo intentaran esos malnacidos que me crucé por el camino en los últimos años!
La espada de Roxwell había atravesado mi pecho y no habían sido fantasías mías como intentaban hacerme creer las voces del pasado que tuve que mandar al Infierno para continuar mi camino.
Ante mí aparecieron cuatro estatuas doradas de cuatro jóvenes guerreros de antaño y Freguel los devolvió a la vida. Más tarde, entablé conversación con ellos y juntos montamos sobre el Dragón. Seguidamente, sobrevolamos la fortaleza de Slabb y alcanzamos la más alta Torre que oteaba con solemnidad todo el continente de Vijon.
Allí los estaba esperando con paciencia, más bien los había estado esperando un anciano decrépito y no el temible hechicero que todos esperábamos encontrar.
Slabb parecía ahora un sacerdote trasnochado que había pasado por un largo proceso de conversión en el que supuestamente había abandonado el Mal.
-¡Os amo! ¡Yo os amo hijitos míos! ¿No concederéis el perdón a este lastimoso y arrepentido anciano? Olvidemos las antiguas tretas pues nadie es malo del todo. ¿No es así, queridos amigos? ¿No es cierto que vinimos de la misma madre?-farfulló Slabb con cara de cordero degollado. Intragable gesticulación de mosquita muerta pillada infraganti.
Pero ninguno de los allí presentes lo creyó esta vez y Danke instó a Freguel a que lo borrara del mapa con sus llamas. El Dragón así lo hizo, pulverizó a Slabb y lo convirtió en cenizas. Mas su polvo mecido por el viento narró su última maldad.
-¡Matacuervo, aquel que te ensartó con la espada de Roxwell antes de que volvieses al libro ya ha reunido todos los ejércitos para arrasar Vijon! ¡Y su hijo nacido de la difunta Teresa me sustituirá! ¡Habéis perdido INÚTILES! ¡Y Lieria la Araña os destruirá!- finalizó la puta voz espectral de Slabb que ya se perdía para siempre en los anales de su ridícula historia milenaria.


Próximo capítulo: Lieria la Araña


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